domingo, 1 de junio de 2014

Legado

A mi Única Luna; mi legado, hija, es el más terrible.

El remolino que deambula en la palma de mi mano,
te será entregado la inquietante noche de mi muerte.
Tendrás a la tormenta y el relámpago surgiendo de vos.
Decidirás entre la catástrofe y el rocío para la siembra.
Las nubes se formarán en tu boca
y, cada día, las espirarás hasta el cansancio.
Las personas correrán tras la estela de tus luminosos dedos;
creerán en una vida que no acaba
y confundirán la ciudad con el infierno.
Las aves migrarán de las heridas 
a los pliegues de tu palma, y ahí anidarán, sombrías.
Formarás nuevos ríos y acuosos seres.
Y una noche, también, todo empezará a desvanecerse 
y sabrás que el remolino es el principio de la vida,
y tu mano
el final de lo terrible.   



1 comentario:

  1. El dulce mensaje del asombro con los retratos poéticos trasladados a los cuales usted regresa en cada narrativa estática ofrece una forma encaminada hacia una estética irreprochable. La consciencia de la muerte como productora de impresiones en el otro y a la vez [de]generadora de alteraciones en el curso existencial ante la ausencia infinita que surge de saberse finito, nuevamente el cuerpo adolorido en el paisaje urbano y el imposible sentido a lo cual únicamente puede remitir el desfallecimiento del ser.
    Luis Carlos Cisneros.

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