los fosos insondables donde muere el rumor del colibrí.
También olvidaré el metal y el asfalto,
la inmensidad de brea que anega la hierba.
Olvidaré la tormenta y los escombros,
los fragmentos en el temblor de la memoria.
Olvidaré el trance de los puentes y los confines,
el alba y el crepúsculo.
Y en esa plenitud de olvido,
procuraré restaurar lo que aún palpita.
La llamada, Remedios Varo |
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